11/09/2015

Ni cómo salvarla “sasp”

Salvando al soldado Pérez… Ni cómo salvarla

Desde que escuché el título de la película, podía imaginar parte de la intención que se tenía, misma que confirmé al ver el poster promocional.
Este viernes se estrena en pantallas de México, “Salvando al Soldado Pérez“. Es una  película de Beto Gómez, en torno a un narco sinaloense, jurado con su madre quien está en lecho de muerte, para ir a Irak a buscar a su hermano: un marine de los Estados Unidos, reportado desaparecido en acción.


De la mano de los más rudos y peculiares, más astutos y temerarios sicarios y viejos capos, emprenderá un viaje a medio oriente, con el cual este alto capo conseguirá el perdón de su madre.
Comenzaré por decir que, al igual que el título, la trama tampoco me parece ingeniosa. Me resalta que, a pesar de que uno de los lemas de Lemon Films -productora de esta película- es “no repetirse” y “no ser predecible”, estos dos factores son lo que enmarcan este fallido intento de “película de culto”. Hasta para tener mal gusto, hay que ser certero y fino.
Reconozco que, a título personal,  no encuentro en la narco-cultura un solo elemento que me parezca gracioso. No me hace gracia que los sicarios sean muy religiosos a pesar de que son asesinos, no me resulta gracioso tampoco su forma de vida, de vestirse, de hablar, de pensar, etc. No lo considero de ninguna forma heróica o valiente, hagan lo que hagan. Me parece una tragedia para este país y sacar una comedia en donde los héroes son precisamente estos capos, no me hace reir. Lo siento, pero así es.
No seré “más papista que el Papa”. Entiendo el contexto bajo el cual es presentada  y hablemos de cine nada más. Pero me parece un tanto ridículo que la vendan como una historia de lazos familiares y exaltación de esos valores, sin sexo ni palabrotas. La exaltación del amor y la familia por medio de unos narcos y sicarios es ya una ecuación erronea por definición y es que hasta la pornografía es más honesta.
Preferiría, en todo caso, la vileza y comedia involuntaria pero, sin duda creativa, de “Machete” y es que ahí radica el problema. Las cintas de Lemon son intentos fallidos de otros modelos: “Km31” llena de referencias y clichés del cine de terror oriental, “Matando Cabos” una especie de manual del estilo de Guy Ritchie - Tarantino pero mal ejecutado.
“Salvando al Soldado Pérez” intentó reunir ese “clitcherísmo” (si me permiten el término) de Robert Rodríguez, quien se burla del cine de acción “low budget” de los setenta. Pero tiene una clase y un oficio envidiable y a eso me refería con la finura en el mal gusto.
Esta película intentó quizá copiar el modelo Rodríguez, pero haciendo sarcasmo y referencia del videohome de narco mexicano ochentero. Las películas de los Almada, Rosa Gloria Chagoyan y otros productos del estilo. El intento es, además de pretencioso, muy fallido.
Producción hubo. Se ve que hay presupuesto y eso es, quizá, lo más indignante de esto porque, con todo y el –evidente- dinero invertido, hay unas inconsistencias terribles. Puedo asegurar que el trabajo de edición fue el que “salvó” del (aún peor) desastre. Se ve que los editores hicieron milagros con unas secuencias carentes de emociones y, sobre todo, carentes de ritmo.
Errores de continuidad y producción a la orden del día. Ni siquiera se esmeraron por imitar bien el acento de Sinaloa. Tomar “Jarochito” en Sinaloa (cuando es de Veracruz), hablar árabe en Estambul cuando es turco, soldados americanos que hablan con acento de chilango masticando inglés y la iluminación dispareja cuando se cambia de plano son tan sólo parte de las metidas de pata que tienen en esos niveles. ¿Dirán ahora que era intencional?
En cuanto a los personajes, jamás entendí al abogado que representa Jaime Camil. Bien peinado y vestido con un estilo medio preppy, medio nerd, medio afeminado y con un mini-me que lo apoya y sigue en todo lo que hace. En verdad no entiendo y no me hizo reí ni un poco. Forzado en demasía.
En la sala en la que me tocó ver la película, las risas fueron tímidas y tibias. Lo mismo que los tres aplausos (literal) que se escucharon al final de la proyección, seguramente de algún amigo de alguien relacionado en la cinta como un acto solidario y de apoyo.
Miguel Rodarte es el protagonista de la película. Es Sinaloense de nacimiento (y el único –claro- que habla como ellos). No lo hace mal, pero el personaje tampoco da para más. No sé a ustedes, pero a mí, ver a Jesús Ochoa en el cine ya me da una hueva terrible. Es un excelente actor, no se confundan, el problema es la sobre explotación de su imagen en el cine.
Tenemos entonces una película de trama completamente predecible, mal ejecutada, de pocas cualidades, de oficio muy mediano, de personajes exagerados. Un producto fallidamente pretencioso, un mal copycat.
Siempre que voy al cine y veo una película, intento buscarle cualidades. Aun sigo pensando cuales pueden ser estas en “Salvando al Soldado Pérez“, pero ni como salvarla. Es además un producto 300% local. Si la sacan del país, no entenderán la mitad de los chistes y referencias, lo cual será aún peor para el público.
Mi recomendación es “Bajo tu propio riesgo” o aplicando la bastante paternal: “Te lo dije”.

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Criado por: Ana Maria